“Quiero llamar a todos los miembros del Congreso a actuar sin demoras en esta semana para superar sus divergencias y aprobar el plan. Haré todo lo posible para volver a poner a Estados Unidos a trabajar”, aseguró Obama en su tercera semana en el poder.
“Hacer muy poco o nada resultaría en un déficit aún mayor de empleos, ingresos y confianza (…) Ese es un déficit que puede transformar esta crisis en una catástrofe, y yo me rehuso a dejar que eso pase”, agregó el mandatario.
Hoy se verá si las palabras de Obama surtieron efecto cuando el Senado someta a votación el plan de reactivación económica. Los demócratas, con 58 escaños, necesitan al menos 60 votos para su aprobación.
El Senado ha empleado las últimas dos semanas en debatir y hacer cambios en la propuesta de 827,000 millones de dólares. La Cámara de Representantes ya ha aprobado el plan. Si la nueva versión es aprobada por el Senado, las dos cámaras tendrán que ponerse de acuerdo para una sola versión final.
De otro lado, el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, anunciará cómo gastará los restantes 350,000 millones de dólares del plan de rescate bancario aprobado a fines de 2008 durante el gobierno de George W. Bush.
Sin adelantar lo que anunciará Geithner, Obama afirmó que trabajará con los bancos estadounidenses en problemas para “limpiar” su balance y liberar líneas de crédito.
El plan de Geithner consiste en pedir la colaboración de los fondos de inversión privados para comprar los activos “tóxicos” de los bancos en crisis, según informó The New York Times .
El Gobierno estadounidense garantizará un valor mínimo de esos activos – créditos hipotecarios o de consumo – para alentar esa participación privada, señaló la publicación.
Con el plan de reactivación económica, Obama busca distribuir el dinero a los estados, iniciar ambiciosos proyectos de reforma de la salud, la educación y aumentar el subsidio a los desempleados.
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